Discurso del alcalde Monserrate Guillén en el acto del Día de la Comunidad Valenciana

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Como cada nueve de octubre, también en Orihuela celebramos el día de la Comunidad Valenciana. Nuestro día de identidad como pueblo. La fecha en que rubricamos cada año nuestra pertenencia al antiguo Reino de Aragón, al Reino de Valencia, al País Valenciano, a la Comunidad Valenciana.

Desde 1.305 no hemos renunciado jamás a nuestro sentir y a nuestra bandera, aunque en ocasiones esa bandera nos haya parecido lejana. Quizá por esa lejanía histórica, nuestros antepasados la tallaron en la piedra o la bordaron sobre el carmín de nuestra Enseña del Oriol.

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Nos avala el sufrimiento histórico de duras batallas, la que en el siglo XIV libramos en la guerra de los Dos Pedros, o la dura derrota que en el siglo XVIII nos hizo perder nuestros fueros y nuestra grandeza. Pero Orihuela siempre estuvo ahí. A pesar de los olvidos, de los sufrimientos, de las distancias, la capital del sur siempre fue una capital valenciana.

En las últimas décadas el nueve de octubre es el día de la Fiesta de nuestra Comunidad. En estos momentos en que algunos sonríen viendo a energúmenos desde la violencia y la intolerancia rememorar tiempos pasados reventando actos y tratando de poner mordazas. Hoy, quisiera, como preámbulo a este discurso, recordar que no hace tantos años, en 1.977, cuando ya celebrábamos, aunque no de forma oficial, el nueve de octubre, esos mismos que se fotografían con banderas inconstitucionales y revientan actos pacíficos en tierras madrileñas, mataron a un joven alicantino de ascendencia oriolana, Miguel Grau.

Quiero traerlo aquí esta mañana porque perder la memoria nos puede llevar a repetir la historia, y si algo no se puede mirar con tolerancia alguna es, precisamente, la intolerancia.

Quisiera proclamar también en nombre del pueblo de Orihuela, la adhesión inquebrantable a nuestra Comunidad Valenciana, la lealtad con sus gentes y sus instituciones.

Pero también quisiera proclamar la esperanza a veces mordida y tambaleada frente a la realidad, porque esa misma lealtad institucional es la que esperamos de quienes son legítimos representantes de nuestra Comunidad.

Quienes hoy proclaman que uno de los problemas del Estado Español son las Comunidades Autónomas, a mi parecer se equivocan. El problema nunca ha sido ni la autonomía ni las instituciones que democráticamente la representan; en cualquier caso lo serían las acciones u omisiones de los hombres y mujeres que se sientan en esas instituciones autonómicas.

No estamos dispuestos a ejercer el victimismo, ese es un discurso rancio, pero tampoco podemos instalarnos en el olvido y en la conformidad.

Somos valencianos del sur; sí, libres e iguales, y por lo tanto, como tales nos han de tratar quienes nos representan.

Perder el espíritu reivindicativo es someterse a la yunta del silencio. El pueblo que se enfrentó a Belluga para mantener sus fueros y aguantó el asedio numantino frente a Pedro el Cruel para defender la gloria aragonesa y tomó parte por los agermanados frente a las tropas centralistas de Carlos I, ni ha estado, ni estará nunca bajo ese yugo de silencio.

Orihuela es valenciana y defiende su autonomía. Frente a la desilusión que puedan provocar quienes más que representatividad, cercanía y trabajo, nos mandan demasiado a menudo desilusión y deuda, nos proclamamos valencianos y leales, pero en ningún caso ciegos, sordos y mudos ante la realidad.

“Hay un hambre tan grande como el del pan y es el que provoca la injusticia y la incomprensión”. Estas palabras de Enrique Santos Discépolo retratan un estado de ánimo, el que a veces nos provoca la Generalitat. Tenemos hambre de autonomía, hambre de valencianismo, pero a veces éste es superado por ciertas injusticias y por demasiadas incomprensiones.

Aún así, seguiremos responsabilizándonos de lo que no es nuestra responsabilidad. Con la esperanza de que, más temprano que tarde, nuestro sentimiento y nuestra historia se hagan valer.

“Los caminos de la lealtad son siempre rectos”. Esta frase de Dickens es el mensaje que hoy quiero lanzar en este nueve de octubre para que llegue a nuestros representantes valencianos. Mantendremos la rectitud de la lealtad con la esperanza de que las cuestiones sanitarias, educativas y culturales pendientes, no sigan cayendo, como hasta ahora, en el olvido.

Hoy es un día de fiesta. De fiesta grande. Asumida por todos. Celebrada con el descanso y la alegría.

A ella nos unimos desde el orgullo, cantando “cantos de amor e himnos de paz”. Proclamando públicamente que, orgullosos de nuestras raíces y nuestra historia, hoy nueve de octubre, como desde hace siglos, como cada día, Orihuela defiende el ser y el estar en la Comunidad Valenciana.

Muchas gracias.

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