“Dejadme la esperanza”, artículo de opinión de Carmen Gutiérrez
Del año del 75 aniversario del fallecimiento del poeta queda sobre mi mesa una estupenda agenda que el Alcalde regaló a todos los miembros de la Comisión, que participamos ilusionados pensando que nuestra aportación y la efemérides podrían dejar huella en nuestra ciudad y, sobre todo, en la manera de vivir y recordar al poeta en su ciudad natal, que tan ingrata fue con su memoria durante demasiados años.
Queda la agenda en mi mesa y poco más en Orihuela, porque el año pasó sin pena ni gloria. Sin que hubiera mas programación que la que cada año realiza la Concejalía de Cultura que no contaba con presupuesto extraordinario para conmemorar el aniversario. Nada salió de las propuestas formuladas por el grupo de “Entorno Urbano”, de la Comisión, ni por el grupo “Tejido Social”. Eso sí el grupo “Grandes eventos” dio para muchas fotos del Alcalde con carteles, sellos o loterías. Por no quedar no queda ni siquiera una calle con el nombre de Josefina Manresa, a pesar de haberse aprobado una moción en pleno y de ser una de las propuestas de la Comisión.
Porque lo cierto es que cuando un turista llega a nuestra ciudad y se aventura en solitario a recorrer nuestras calles y llegar a la casa del poeta, lo primero que se encuentra es un entorno degradado y necesitado de mucha intervención y si aún así llega hasta la casa museo, les aseguro que la visita resulta bochornosa.
Lo digo porque una mañana de jueves de una semana cualquiera, casualmente me encontré con una chica que se disponía a visitar la casa del poeta y decidí acompañarla. Me preguntaba por el camino si las calles eran seguras, afirmando que de no ir acompañada se habría dado la vuelta. Cuando llegamos a la casa, el personal que en esos momentos la atendía, sin identificarse de ninguna manera, se encontraba en la puerta fumando un cigarrillo, cosa que no critico porque a mi pesar sigo siendo fumadora, lo que ya no me parece ni medianamente aceptable es que ni siquiera saludara a las “turistas” que entrábamos a visitar el museo, ningún recibimiento, ninguna indicación, ningún folleto que guiase nuestros pasos.
Hice lo que pude intentando que la persona a la que acompañaba disfrutase de la visita y mientras que yo explicaba lo que en mi modesto conocimiento se me iba antojando para llenar el vacío, la persona encargada del museo se calentaba al lado de la estufa mientras consultaba su teléfono móvil.
Finalizó la visita y nos fuimos tal y como entramos, sin un adiós buenos días o espero que haya disfrutado. La turista a pesar de todo encantada y yo abochornada y enfadada por la triste imagen que mi ciudad da en el que es su museo mas visitado.
Y mi enfado y detonante para escribir estas letras es cuando me entero que ha circulado un folleto editado por el Ayuntamiento en que que se decía que Miguel Hernández nació en Orihuela en 2010. A pesar de que no he podido hacerme con ningún ejemplar que espero y deseo se hayan retirado, me parece imperdonable que haya visto la luz.
Si no hemos sido capaces de conmemorar el 75 aniversario recuperando el entorno hernandiano, ni hay ningún gran hito que recuerde la efemérides, al menos seamos cuidadosos con el detalle, mimemos cada cosa que recuerde y honre la memoria del poeta, empezando por atender con personal formado en la vida y obra del poeta su casa museo.
Ni Miguel ni los oriolanos merecemos otra cosa, sea o no sea el 75 aniversario.