Poco más de 50 personas fueron las que participaron ayer en la Guerrilla de Pólvora tras el bajón de participantes que supuso el tener que conseguir una licencia de armas de avancarga para poder participar así como la retirada de los cañones de las diferentes comparsas. Pero como dice el refrán: hecha la ley, hecha la trampa. Y no es que nuestros festeros hayan hecho trampas ni nada ilegal para poder revivir a sus abandonados cañones, simplemente les han realizado modificaciones que los convierten en arcabuces con ruedas y para detonarlos se valen de diferentes sistemas como cadenas enganchadas al gatillo para accionar el percutor o como hicieron los Almorávides para revivir su cañón en honor a Ahmed «El Saharaui», que se golpea directamente con un martillo sobre el pistón para detonar la carga.
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