A Teatro Expresión en su 40 aniversario, por Carolina Gracia

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Como en la mayoría de los cumpleaños redondos, este que hoy comienza para el grupo de Teatro Expresión también tenía fiesta sorpresa. También tenía una felicitación especial por haber logrado pasar la barrera de los 40, y como dicen algunos, la búsqueda de una segunda y ansiada juventud.

Cuarenta años no son nada, pero la verdad, dan para mucho.

Desde aquel lejano 1975, todavía en una España y en una Orihuela en blanco y negro, en que un grupo de jovencísimos actores y actrices se segregaban de un primer grupo de teatro, ANEM, y conformaban “Expresión TC2”, ha pasado toda una vida, toda una historia de este pueblo.

Y miren por dónde, este grupo la ha vivido con nosotros en primera fila, he entrado en su historia y me parece increíble, porque poco colectivos pueden contar nuestra historia reciente como “Teatro Expresión”.

Desde sus inicios en la que fuera una carbonería en la plaza Caturla, a su ensayos en la desaparecida calle del Molino, han dado vueltas por toda Orihuela con sus voces, tratando de levantar sus ilusiones y su reivindicaciones, que eran las de todos, en siempre provisionales e improvisados locales de ensayos y de representación, del cine Riacho, del Avenida, del Novedades, en bajos privados de la calle Reyes Católicos, en la calle Alfonso XII, en Sor Patrocinio Vives, en el Palacio de Rubalcaba, en la Sede de la Fiesta, en la pequeña sala de la antigua Caja de Ahorros de Monserrate, en el teatro desaparecido del Circulo Católico, En el salón de la desaparecida CAM, en tablaos de nuestras plazas, de nuestras pedanías.

En nuestro Teatro Circo, cuando andaba ajado por el tiempo y la carcoma, llegaron a hacer sonar la voz bella de Tagore, y cuando fue abierto por primera vez tras su restauración, de forma improvisada, la voz de Miguel sonó en su escenario.

Cuarenta años no son nada, pero sí lo son para interpretar a Cervantes y a Muñoz Seca, a Arrabal y a Rufino Gea, a Lauro Olmo y a Ramón Sijé, a Antoine de Saint Exupery y a Lope de Rueda, a Berná Baldobí o Shakespeare o Paco Escudero, a García Lorca y al Mas Nieves, a los Álvarez Quintero, a Paco Salinas, a Carlos Fenoll, Oscar Wilde o a Andersen. Y a Miguel, siempre a Miguel.

Han actuado en Madrid y en Madrigueras, en Paris y sobre toneladas de carbón en Coi, en este escenario y en este teatro emblemático. Y en la calle de Arriba cuando no estaba asfaltada, y en el hoy Rincón Hernandiano, cuando era un almacén de palmas.

Han sido como ésta tierra. Son su historia viva.

Cuarenta años no son nada pero dan para mucho, para hacer escuela, colectiva o individualmente, en los hogares de la tercera edad, en el colegio Oleza, en Jesús María, en el Palmeral, en la Escuela Permanente de Adultos, en el instituto Gabriel Miró, en el Carmen, en el Virgen de la Puerta, y por fin, a trancas y barrancas, en una escuela municipal de teatro en esta legislatura.

Dan para estar en la defensa de la sanidad pública, en solidaridad con los trabajadores cuando se cerraban clínicas, cuando los ciudadanos pedían hospitales, saneamiento del río, instalaciones universitarias, con los sindicatos el uno de mayo.

Para estar en la brega del día a día, de la lucha por lo ya conseguido y por todo lo que queda por conseguir.

Con la Semana Santa, con los Moros y Cristianos. Poniendo en pie la mejor versión de nuestra inmortal leyenda de la Armengola, en los mercados medievales, en el aniversario del Pacto de Teodomiro. Homenajeando al Cardenal Loaces con tanta fuerza, que dispararon por primera vez el telón de acero que separa este escenario de esa sala.

Cuarenta años no es nada pero da tiempo, como ha hecho Expresión, para defender el Liberalismo Ilustrado del IXX, el Socialismo Democrático que movió el mundo en el siglo XX, el espíritu filosófico del republicanismo decente.

Desde sus filas saltaron a la política algunos de sus miembros en todos estos años, en diferentes formaciones políticas, teniendo responsabilidades en cultura, juventud, hacienda, servicios sociales… Se podrá discutir de ellos su gestión, pero nunca su honradez, “algo tendrá el agua cuando la bendicen”.

Pero por encima de todo ha estado el teatro. Talía, que ha sido y es su principal Musa y, por lo tanto, la realidad, la crítica, la irreverencia, el inconformismo, la lengua sin freno ni pelos, ha sido, es, y seguro que será su bandera. Como decían en su manifiesto del verano del 87, el teatro no estará contra nada, ni siquiera contra el poder, pero siempre estará frente al poder. Esa es su grandeza.

Como todo proyecto tiene nombres y apellidos, este también lo tiene, se llama Atanasio Die Marín y, por amor y devoción, Manoli García. Tras ellos muchos, en muchas épocas, pero sin ellos dos, todos coinciden en que nada hubiese sido posible.

La voz de Ata ha sido la principal voz de este grupo y de estos cuarenta años. También este grupo, ya madurito, ha sido el principal altavoz de su obra.

Nos reímos y lloramos con ellos, por cercanos y permanentes, no les damos siempre el reconocimiento que merecen.

Ahora comienza el año de su cuarenta cumpleaños y nos han invitado a lo que mejor saben hacer, al teatro. Creo que en tan redondo aniversario ellos también se merecen un reconocimiento, porque cuarenta años no son nada, pero han servido para levantar cada día el telón de nuestra tierra.

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